Cada año, cuando llega el momento de aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación, pienso en diciembre de 2006.
El primer día de ese mes en ese año, la izquierda toda, que no era poca, intentó obstaculizar la toma de posesión de Felipe Calderón como Presidente de México. Usted, lector memorioso, recordará aquella escena en San Lázaro, la tribuna tomada, los pitos ensordecedores, los empujones, Fox y Calderón por la puerta de atrás. Preocupados los comentaristas hablaban del peligro de romper el equilibrio institucional, el caos era inminente.
Veintitrés días más tarde de aquel momento, horas antes de la Nochebuena, el mismo Congreso aprobó por abrumadora mayoría el Presupuesto de Egresos de la Federación. Cuando digo abrumadora quiero decir que eso incluyó a 136 de los 156 diputados de los partidos de izquierda. 87 por ciento de la bancada que, aún ese día, se negaba a reconocer a Calderón como Presidente, votó por darle todo y más del dinero que pidió para gobernar.
¿Por qué?
Muy sencillo, porque todos los demás, los partidos, los diputados, los gobernadores y demás séquito que los acompaña, habían también cobrado en ese presupuesto.
Aquella vez se aprobaron 2 billones 260 mil 412 millones de pesos. La mitad de lo que se aprobó para este año. Es decir, hemos doblado el gasto público en siete años.
En México no importa si hay crisis o si no hay crisis, si falta o sobra el dinero, si se cae la recaudación o si el petróleo vale más o menos, lo que gasta el gobierno siempre aumenta.
Ese es, digámosle así, el moche original.
El instrumento con el que la primera alternancia construyó estabilidad. Ese dinero, además, llegaba a manos de los gastalones con un cierto sello de "haz lo que quieras con él, no tenemos cómo fiscalizarlo".
Este proceso de construcción presupuestal favoreció la opacidad y los proyectos particulares, poco engarzados a estrategias, ya no digamos nacionales, ni siquiera regionales. Construir drenajes no le da votos ni reconocimiento a nadie, obras que no quepan en el periodo de gobierno no existen, se financia lo que cabe en anuncios de "informes de actividades". Esta mecánica hace que muchas veces lo primero en recortarse sea lo que en verdad importa.
De ahí vendrán y de ese tamaño serán las resistencias y retos del rediseño presupuestal anunciado por el gobierno. Si es que tal anuncio va en serio.
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