No sé quién asesinó a Rubén Espinosa y sus acompañantes en un departamento de la colonia Narvarte hace cinco días.
No lo sé y dudo que algún día lo sepa.
Mi duda es más que razonable. Va un dato para documentar mi pesimismo: en los últimos 15 años en el país han sucedido alrededor de 220 mil homicidios dolosos. La pena por homicidio, en cualquiera de sus variables y con sus múltiples agravantes, es en promedio de alrededor de 15 años.
Según el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2014, había 10 mil 503 reclusos por homicidio. El homicidio, recuerdo, es un delito del fuero común. 10 mil contra 220 mil.
Así que si usted tuviera que apostar, y no quiere perder su dinero, pues está sencilla la decisión. Son muy pocas las posibilidades de que algún día sepamos quiénes y el porqué de la matanza. Tal vez en unas semanas nos digan que aprehendieron en algún estado del país a dos que confesaron ser los asesinos. No habrá pruebas físicas, ya no hay testigos, y el móvil será tan extraño como un robo que incluyó brutal tortura y asesinato, pero que no incluyó un Mustang. Frente a un juez los “confesos” se echarán para atrás y se dirán torturados. Pero lo más probable es que ni a eso lleguemos. Cada hora que pasa, las probabilidades de atrapar a los culpables es menor.
No creo tampoco que sea por “encubrimiento” o alguna extraña “complicidad” del gobierno del DF. No. Es pura y muy antigua inutilidad. Nuestros aparatos de investigación y persecución del delito no saben resolver delitos si no hay flagrancia o confesiones a modo. No digo nada nuevo. Hay libros y numerosos estudios que lo documentan.
Así que, al menos en un aspecto, nuestro desastroso sistema de procuración de justicia tendrá como otra víctima a un poderoso. Porque ante la incertidumbre, quién nos quita de la cabeza que quien regresó a México por miedo al góber Duarte no fue víctima del góber Duarte, el gobernador con el récord de periodistas muertos y exiliados.
El Karma, góber. El Karma.
DUDA DESPEJADA. Me he preguntado aquí más de una vez por qué la señora Rivera no había vendido la casa blanca, según lo prometió en aquel video. Paulo Carreño, de Presidencia, ya le dijo a NPR que no lo hará hasta que no termine la investigación de Virgilio Andrade. Así que ya sabemos qué sucederá.
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