Tecleo esto antes de que termine la consulta por el Corredor Chapultepec. Lo hago deliberadamente.
Como lo escribí hace unos meses, ejercicios como el de ayer en la Ciudad de México, o el de hace unas semanas en Oaxaca por el asunto del Cerro del Fortín, están mal pensados y, al contrario de lo que sus promotores presumen, deslegitiman la decisión y construyen más cinismo en los electores.
Además, distintas voces dentro del gobierno del Distrito Federal han insinuado en privado que más allá de lo que haya sucedido en las urnas ayer hay una decisión tomada de modificar el proyecto arquitectónico. No sé si eso sea cierto, pero no tengo duda que una parte del gabinete de Miguel Ángel Mancera tampoco cree en el #shopultepec. Basta recordar el silencio de algunos de sus secretarios clave desde que hace meses comenzó la controversia.
En el camino hemos conocido más de la extraña manera como se construyó el proyecto, el desastre cuando se quiso arreglar, el Consejo Consultivo del que renuncian porque se sienten engañados, las revelaciones sobre el líder del proyecto, Simón Levy (hay que leer las columnas de Salvador Camarena de la semana pasada); de las triquiñuelas preconsulta…
Nada de esto que hoy describo tiene que ver con la calidad del proyecto en sí, sino con las formas, opacas, desordenadas, tramposas.
Por eso creo que la pregunta que importa a los capitalinos no es la que ayer se hizo a los electores, sino cómo es que el gobierno de la ciudad terminó así de enredado. Y creo que importa que Mancera se lo pregunte, porque es difícil recordar un gobernante que haya dilapidado en tres años tanto capital político. E importa porque estamos apenas a la mitad del camino y los líos se le acumulan al jefe de Gobierno.
Rescato el final de la carta abierta a Mancera que publicó Alberto Ruy Sánchez después de haber renunciado al Consejo Consultivo del corredor:
“Ojalá que pueda regalarse a sí mismo la lucidez de taparse por un momento ese oído por el que los más ávidos operadores de su equipo le cantan las mieles y el tintineo de este y otros proyectos similares que encaminan a la ciudad hacia una degradación que no deseamos. Ojalá que pueda destaparse el otro oído y escuchar la marea creciente de indignación”.
Suscribo. Ojalá.
Twitter: @puigcarlos