La semana pasada, Raúl Vera López, obispo de Saltillo, cambió la sotana por una camiseta de autodefensa y tejió a trancos una siniestra homilía:
“Nos autodefendemos, pero del gobierno; de esos pillos”, frente a los cuales Joaquín El Chapo Guzmán es una “hermana de la caridad…”.
Excitado con su participación en el encuentro del Polyforum, soltó:
“Podrán estarla ejecutando un cártel por acá, un cártel por allá, pero la violencia viene del Estado”. Los gobernantes (“su porquería de estrategia es cubrirse ellos mismos, punto”), afirmó, “son los primeros culpables de lo que padecemos. Desde hace mucho, estos gobiernos que tenemos no se ocupan de la crisis de inseguridad”, y el actual llegó “a poner los energéticos en manos de extranjeros y a servirse el plato, pero no a solucionar la problemática existente porque no tiene vocación del bien común”.
El mexicano, condenó, es “un Estado fracasado y sin estructura”, y “la famosa guerra contra el narcotráfico es una simulación”, porque “el gobierno está bien podrido por dentro”, en “maridaje con el crimen organizado…”.
¿Amén Segob y CEM?
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