Lastimado porque Claudia Sheinbaum será la candidata del partido de ambos al Gobierno de Ciudad de México y afectado, también, por la devastación del sismo en la delegación que encabeza, Ricardo Monreal me dijo a mediados de octubre:
“Parte de mi relación con Morena quedó entre los escombros...”.
Advirtió, sin embargo, no querer hacer de “caballo de Troya, y menos el juego a los adversarios políticos de López Obrador”.
Resuelto a gobernar la capital, descartó la ruta independiente y dejó ver como inminente su renuncia para incorporarse a otro de los partidos (todos) que le han abierto las puertas.
Lo único seguro, declaró después, es que no regresará al PRI.
En esas andaba cuando, de entre “los escombros”, Andrés Manuel López Obrador expresó su esperanza de “que no se vaya con la mafia del poder”; que la leal Claudia es “inteligente, honesta y de convicciones”, pero que necesita del apoyo de Monreal “para la transformación de México”.
Sin fecha para encontrarse, el aludido dijo ayer:
“Yo no voy a plantear nada. Ya planteé mi posición, solo quiero escucharlo...”.
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