Difícil dar un ganador en el primer debate de candidatos a la gubernatura del Estado de México. Muy de bote pronto, el debate careció de propuestas de gobierno novedosas, muchos lugares comunes de candidatos convencionales, de discursos huecos de buenas intenciones que muy probablemente se queden en el vacío. Faltó también un careo más abierto. El formato fue rígido con tiempos muy ajustados. Se inhibió la espontaneidad, la confrontación de ideas y discusión de propuestas pero que tampoco los participantes aprovecharon bien sus espacios. La entrada de los candidatos prometía confrontación más allá de ataques pero se fue frustrando conforme avanzaron las rondas. La última sobre desarrollo fue excusable. Los diagnósticos sobre los problemas fueron parecidos. Sí hubo embestidas y arremetidas frontales pero muchos no contestados sin desparpajo se hicieron a un lado. Fue la estrategia que usó Delfina, en demerito del morbo de un buen debate. Visualmente todos los participantes hombres hasta el moderador Javier Solórzano, se presentaron sin corbata, se vieron más casuales y poco más relajados. La excepción fue Alfredo del Mazo con una combinación elegante pero más formal, estirado y el que más titubeos tuvo en sus primeras intervenciones. Entre las mujeres destacó la presencia física de la candidata independiente Teresa Castells quien no se achicó y por el contario fue la más incisiva en su discurso antisistémico y antipartidos. Su presencia animó por momentos debido a su postura ciudadanista que reflejaba muy bien el hartazgo popular contra la tradicional clase política. Aunque muy genéricos sus reproches no encontraron eco. Me chocó, que los cuatro ex alcaldes, hayan querido magnificar sus gestiones autonombrándose como modelos de buen gobierno en materia de seguridad, servicios y combate a la corrupción. De ser cierto, sus grandes logros habrían impactado toda la entidad.
En momentos parecía un debate entre tres Alfredo Del Mazo, Josefina Vázquez Mota y Delfina Gómez con acometidas de Juan Zepeda. Oscar González y Teresa Castell fueron literalmente despreciados por sus oponentes. Sonó fuerte la amenaza que lanzó el candidato petista quien pidió cárcel por corrupción a los ex gobernadores Eruviel Ávila y Enrique Peña. Altisonante la amenaza del perredista Zepeda de expropiar la concesión del Circuito Exterior Mexiquense. Sin duda, en los primeros segmentos sobre violencia y corrupción, Alfredo de Mazo soportó tupida metralla que contestó sin contundencia. Del mazo se afirmó como el candidato de la continuidad defendiendo programas. Todo debate electoral es un espacio político de comunicación que permite a los candidatos ganar el favor del voto, pintaba bien, pero se fue desinflando.
