El Arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, fijó la postura de la Iglesia católica frente a las llamadas "policías comunitarias" que tanta polémica han causado. El prelado de Morelia se manifestó en contra de la conformación de grupos de autodefensa para combatir al crimen, pero dijo entender y hasta justificar su movimiento de defensa y protección de la integridad e interés de las comunidades. Señaló que antes de desarmar a los grupos civiles, primero se tendría que desarmar a los criminales, sus palabras exactas fueron: "La Iglesia no ve bien la conformación de las autodefensas pero vemos que hay momentos en que la gente ha recurrido a esto como última salida... Tan inconstitucional es que haya gente que quiera hacer justicia por su propia mano, como otros que actúen impunemente destruyendo toda justicia y aplastando la dignidad de las personas, viviendo mediante la extorsión o la amenaza o de secuestros, lo que no es posible conceder". Dicha postura resulta contradictoria frente a la resolución gubernamental de desmantelar los grupos de autodefensa. La postura de la Iglesia ha sido cuestionada por "ambigua" por aquellos que esperaban un respaldo a la estrategia oficial. Sin embargo, la posición clerical es absolutamente congruente con su histórica doctrina de"guerra Justa". Utilizada desde las cruzadas, la colonización y evangelización de América hasta la guerra cristera que se desató precisamente en la región del bajío mexicano.
La "guerra justa" se emplea como medio de autodefensa o defensa contra una agresión moralmente inadmisible para los valores y principios cristianos. El corpus doctrinal católico rechaza en principio toda forma de guerra a excepción de aquellas que presenten dos factores previos: a) agotar previamente los medios pacíficos y de negociación y b) convenir la proporción entre el "bien buscado" y el "mal causado".
Para uno de los padres de la Iglesia, San Agustín (354-430), la guerra justa se justifica señalando: "Las guerras justas son aquellas en que se toma satisfacción de las injurias, si ha de castigarse a una ciudad o a una nación que no se ocupa en reparar el daño causado por sus súbditos ni de devolver lo quitado injustamente". La guerra justa se emplea como principio de limitación moral de la guerra, una forma de racionalizar la violencia o justificar la acción bélica. Para el dominico Francisco de Vitoria (1483-1543) aconseja que para hacer la guerra no basta la decisión del gobernante sino pide revisar la justicia y sus causas, así como las razones aducidas por los adversarios. Por otra parte, si a los súbditos les afecta la injusticia de una guerra no les es lícito ir a ella aún por mandato del príncipe. Esto en virtud de la ilicitud de dar muerte a inocentes. El Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris,1963, cuestionó la de guerra justa al en la era atómica por su carácter irreversible. En todo caso ahí está documentado por Jean Meyer, en su cristiada, los debates católicos sobre la guerra justa en México.
