Están muy duros los odios en el mundo de la televisión mexicana.
Independientemente de la guerra que estamos viviendo entre nuestras más grandes corporaciones mediáticas, del odio natural entre competidores y del odio entre colegas, está el odio de un público que a fuerza de ser maltratado se ha vuelto muy grosero y que ya no cree en nada ni en nadie.
¿Por qué le estoy contando todo esto? Por un asunto muy penoso que es, definitivamente, la gran nota en materia de televisión de esta semana: “Operación Gárgola”, el reportaje que Carlos Loret de Mola presentó hace algunos días, en Primero noticias, sobre la recaptura de El Chapo Guzmán.
¿Qué es lo que pasó? Que el señor estrenó su material y muchas instancias y muchas personas se le echaron encima en automático, ni analizaron la nota, la cosa era atacar a Carlos, despedazarlo, destruirlo.
Que si porque trabaja para Televisa, que si porque Florence Cassez, que si porque estamos en el sexenio de Enrique Peña Nieto. ¡No es posible!
Carlos lo único que hizo fue aprovechar el tiempo y lanzarse a grabar mientras el resto de sus compañeros se quedaba en sus estudios o con sus familias de fin de semana.
¿Por qué no se les ocurrió? ¿Por qué no le llamaron a sus jefes para pedirles cámaras y viáticos? ¿Por qué no se fueron corriendo al aeropuerto o a las carreteras? ¡Por qué!
Y no nada más hablo de los periodistas estrella, hablo de los jefes de redacción y de los directores de noticias que tienen a su cargo reporteros, camarógrafos y equipos completos de producción.
Me da mucha pena tener que decirlo, porque esto habla muy mal de nuestra industria, pero el único comunicador al que se le prendió el foco, el único al que sus jefes le hicieron caso y el único que se supo mover en tiempo récord fue el conductor de Primero noticias.
Y a usted le consta, no es la primera vez que sucede. Nomás estallan las guerras, llegan los huracanes y ocurren las grandes catástrofes, no importa si son en Tabasco o en Sudáfrica, Carlos corre como el mejor de los corresponsales a traernos la información.
Ojo, para él sería muy fácil quedarse en su bonito escritorio tronándole los dedos a sus subordinados mientras se toma una copa con algún diputado o se va a cenar con alguna celebridad, como hacen muchos de sus compañeros en ese nivel.
Pero no, a este hombre le gusta trabajar, moverse, ensuciarse, desvelarse, enfermarse. Es un reportero de verdad.
Sí, yo sé que a lo mejor no es el consentido de la prensa del corazón, que su empresa no es precisamente la más amada y que el señor, como usted, como yo o como cualquiera, también ha cometido errores, pero no nos confundamos.
“Operación Gárgola” es un reportaje espléndido. Punto.
Mire, si alguien ha criticado la carrera de Carlos Loret de Mola he sido yo, y cuando lo he tenido que hacer en positivo, lo he hecho en positivo, y cuando lo he tenido que hacer en negativo, lo he hecho en negativo.
Este reportaje es como para meterlo a un concurso internacional y como para que el den el primer premio.
Atrévase a ver más allá de sus prejuicios, de las etiquetas y de todos los odios que estamos padeciendo en la industria de la televisión mexicana.
Atrévase a reconocer lo que está bien, venga de donde venga. “Operación Gárgola” está bien y no solo eso, es un ejercicio muy oportuno, muy valiente y muy distinto que le debe de servir de lección a muchos periodistas.
Si no lo vio en su momento, búsquelo en la página de Noticieros Televisa en internet.
Le va a gustar y permítame hacerle una sugerencia, pregúntele a los otros conductores estelares por qué no fueron, por qué no van, por qué no existe otra pieza parecida de ningún otro comunicador en ninguna otra parte.
No es por censura, no es por manipulación ni por control de la información, es porque a nadie más se le ocurrió, porque todo el mundo estaba en shock tratando de recordar cómo hacer breaking news, después de años de silencio, con la recaptura de El Chapo Guzmán. Por eso. Sólo por eso.
Por último, le tengo que dar un aviso: HBO ya anunció el estreno de Un corazón normal, la película, su película, de este gran éxito de los escenarios internacionales.
Corra a ver la obra al Teatro San Jerónimo de la Ciudad de México para que tenga el antecedente, para que le dé la razón a HBO al haber elegido un texto tan maravilloso.
Le doy mi palabra de que es un montaje del más alto nivel, una obligación para cualquier persona que se precie de ser inteligente y de tener sensibilidad.
Hay funciones hoy, mañana y el domingo. Consulte la cartelera y comparta esta información con sus contactos.
No todos los días tenemos en México un espectáculo que ha inspirado hasta a la máxima casa productora de contenidos premium de todo el mundo.
No todos los días podemos ver algo tan bueno como Un corazón normal. ¿O sí?