Espectáculos

Blim, Netflix y los contenidos

En un acto de equidad, me la he pasado monitoreando los contenidos de Blim, el nuevo sistema de distribución de contenidos en línea (OTT) de Televisa.

¿Y qué le puedo decir? Que estos señores están muy atrás de la mayoría de las compañías que ofrecen esta clase de servicios.

Solo que, ojo, no es porque su menú de propuestas sea populachero o porque incluya las telenovelas y los programas deportivos de El Canal de las Estrellas.

Es porque se nota que los responsables de esta marca no saben nada de este negocio.

¿En qué me baso para decirle esto? En situaciones muy básicas de plataforma.

No puede ser que cuando uno termine de ver el capítulo de una serie, Blim no nos invite a ver el siguiente ni que no nos recomiende una lista amplia y atractiva de títulos, diseñada en base a nuestros gustos, para seguir navegando a través de esta OTT.

Esto no es una bronca de programación, es un conflicto muy delicado de algoritmos.

¿Y qué me dice de los problemas de marca? Seamos honestos, cuando uno comienza a ver una producción original de Netflix o de ClaroVideo, ¿qué es lo primero que sale en la pantalla?

El logotipo de Netflix o de ClaroVideo.

Bueno, es más, no sé cómo lo viva usted con su familia, pero en la mía, cuando vamos a ver los contenidos de Netflix, hasta nos juntamos y gritamos a coro: ¡Ta-tán!

Es la musiquita que anuncia que vamos a gozar con producciones como Marco Polo, Sense8 y Bloodline.

¿Qué es lo que vemos cuando comienzan las exclusivas de Blim? Televisa presenta.

¡Hasta parece broma! ¿Así cómo quieren posicionar su marca? ¿Así cómo quieren que la gente los distinga?

No, y luego pasan cosas horribles como la de su gran lanzamiento de esta temporada, un documental de hora y media titulado Cisne negro sobre la operación que llevó a la recaptura de El Chapo Guzmán.

¿Y? ¿Qué tiene esto de horrible? Para empezar, que es un reportaje de Carlos Loret de Mola presentado desde el estudio de Primero noticias.

Y después, que lo primero que el señor dice cuando aparece a cuadro es: "Éste es un programa especial de Univisión"

¡Miéntenme la madre! ¿Cómo es posible que Blim me ofrezca como su megalanzamiento, como su exclusiva, un trabajo que se diseñó para el público de Univisión?

¿En qué cabeza cabe cobrarle al público de México por algo que es gratis para el de Estados Unidos?

¿Quién quiere pagar por ver en Blim a un conductor que entra todos los días a nuestras casas sin cobrarnos un solo peso?

¿Se da cuenta del patético mensaje que esto le manda a las audiencias nacionales?

Es la confirmación de que para Televisa la comunidad latina de Estados Unidos es un público de primera y nosotros, uno de segunda.

Y ni nos metamos con los contenidos de este trabajo, porque entonces sí lloramos.

Deje usted la parte ideológica, es de quinta que un periodista nos diga los que estamos viendo con nuestros propios ojos.

No es radio. Ni siquiera es televisión. ¡Es OTT! Y si no me cree, échele un vistazo a los ejercicios periodísticos calidad premium que ofrece la competencia de Blim como Vice de HBO GO.

Ahí, no solo nadie se atrevería a dedicarle hora y media a un solo tema ni a tener una posición editorial respecto a los hechos.

¡Ningún reportero sería capaz de tratar a su espectador como radioescucha de 1945!

¿Y qué me dice de Burócratas? A lo mejor usted no lo sabe, pero fue el primer estreno de esta OTT, una serie original con Arath de la Torre, Lorena de la Garza, Paty Navidad y otras luminarias de Televisa.

Yo la busqué con mucha ilusión desde un principio porque supuse que iba a ser un equivalente de El Torito para ClaroVideo o de Orange Is The New Black para Netflix.

Pero no, a ojo de buen cubero como que alguien dijo en San Ángel: traigan proyectos, todo el mundo metió lo primero que se le ocurrió y Burócratas es el resultado.

¿Qué es? Un programa de comedia que critica la asquerosa burocracia de las delegaciones políticas del otrora Distrito Federal.

¿Está buena? A pesar de que el reparto es excelente, de que la producción es pulcra y de dos o tres atinados gags, no.

¿Por qué? Porque no está diseñada, actuada ni realizada para OTT. Es un programa más de El Canal de las Estrellas contado exactamente como se contaría para El Canal de las Estrellas.

Si usted lo viera ahí, lo gozaría casi tanto como María de Todos los Ángeles.

La bronca es que aquí no basta con mover las cámaras como en Battlestar Galactica para fingir que se está haciendo un show de alta calidad. ¡Hay que dar alta calidad!

Burócratas ni remotamente le llega a los talones al valor, la creatividad y al nivel de crítica del legendario ¿Qué nos pasa? del gran Héctor Suárez. ¡Y aquello era televisión abierta!

En resumen, Blim tiene mucho qué corregir si quiere competir en el mercado nacional e internacional de las OTT. ¿O usted qué opina?


@AlvaroCueva

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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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