La cultura es la mejor cara de México. Ante el clima de violencia que vive el país, solo la cultura nos salva.
Pero no habrá cultura que valga para cambiar la imagen si no cambiamos la realidad. El problema de la violencia no es solo de imagen, es sobre todo estructural. El Estado ha sido incompetente para garantizar las condiciones básicas de seguridad, por una estrategia errada, erosionado por la corrupción.
Sin estas condiciones de paz y bienestar, de equidad y justicia, no se puede realizar, a largo plazo, una estrategia eficaz para mejorar la imagen de México. Será una tarea urgente del próximo gobierno, con nuevos funcionarios comprometidos, capaces y honestos.
Para empezar, necesitamos diplomáticos que no se queden callados ante los ataques de Donald Trump, como ahora.
La defensa de México requiere también el apoyo de los estadunidenses que aprecian la aportación económica, social y cultural de nuestro país en Estados Unidos. Tenemos que hacer hablar a nuestros aliados con intereses en México: empresarios, exportadores, alcaldes, líderes religiosos y sociales, intelectuales, actores, músicos, organizaciones de mexicanos, entre otros.
Es necesario desarrollar un frente común de comunicación para presionar al gobierno de Trump a reconocer la importancia de México, hacerlo entender que sus medidas proteccionistas les van a costar muy caro a los propios exportadores y consumidores de EU.
Al mismo tiempo, la embajada en Washington y los consulados deben reforzar la protección a los migrantes, que ya se viene realizando, pero no queda claro si los recursos extraordinarios por mil millones de pesos anunciados por el gobierno ya fueron destinados íntegros.
El poder suave (soft power), entendido como la capacidad de un país para influir a otros por medio de la cultura, es una idea acuñada por el profesor Joseph Nye de la Universidad de Harvard, quien también ha sido alto funcionario del Pentágono.
La diferencia fundamental entre la política exterior de EU y la de México es el uso unilateral de la fuerza, o sea el poder militar, el poder duro (hard power).
Mientras que EU es la principal potencia nuclear y militar, México aboga por la desnuclearización y el desarme, como lo comprueba haber sido el promotor del Tratado de Tlatelolco, que libró a América Latina de la zozobra de una guerra nuclear.
Opino que el poder duro y el poder suave están tan ligados que el primero necesita del segundo. Son las dos caras de la misma moneda, como se lo dije al mismo Nye en noviembre de 2013, en el seminario “Poder suave, cultura y México en el mundo”, organizado por el doctor César Villanueva en la Universidad Iberoamericana.
El poder suave hace el trabajo de limpieza de los estragos del poder duro. Quizá es muy fuerte decirlo así, pero primero se emplea el poder duro de las armas para matar a los enemigos en la guerra y después se usa el poder suave de la cultura para limpiar la sangre entre la población vencida.
Esta es la gran diferencia ética entre la diplomacia de México y de Estados Unidos.
No comparto la idea de emplear el concepto poder suave a la diplomacia mexicana porque no tiene poder duro, país pacifista por excelencia. No debemos copiar categorías que no corresponden a las relaciones exteriores de México. Prefiero usar el término diplomacia cultural que honra la tradición pacifista de nuestro país.
Nosotros propugnamos por la solución pacífica de controversias, mientras que Corea del Norte y Estados Unidos amenazan con el uso de la fuerza nuclear, sin considerar las graves consecuencias mundiales. “Mi botón es más grande que el tuyo”, se jacta el infantil presidente estadunidense ante el agresivo dictador norcoreano. Y el mundo está en vilo por la carrera nuclear, el poder más duro de todos los poderes.
Posdata
Porfirio Muñoz Ledo acaba de convocar a un grupo plural de intelectuales a crear un frente en favor del respeto al voto con el fin de vigilar que las autoridades electorales cumplan con su deber de garantizar que la próxima elección presidencial sea libre, equitativa y confiable.
Advirtió que, de no ser así, existe el riesgo de ocurrir un golpe de Estado para imponer al candidato del PRI con gravísimas consecuencias para la estabilidad del país.
El diario británico Financial Times auguró la victoria de José Antonio Meade si se impone la maquinaria electoral del PRI, pero el periódico se va a equivocar por las mismas razones que enumeró sobre la popularidad que tiene Andrés Manuel López Obrador y las debilidades de Meade: convencer a los ciudadanos de que no fue el responsable por el gasolinazo de 20 por ciento de hace un año (cuando el precandidato tricolor afirmó que era por el bien de nuestros hijos), disparando la inflación. Y también demostrar que Meade no fue parte del impopular gobierno que ha fracasado espectacularmente en frenar la corrupción y el crimen rampantes (cuando Meade presume que ha sido el único secretario de tres dependencias en el gobierno de Peña Nieto).
Veremos qué pasará el 1 de julio, pero estoy convencido de que, para lograr la tranquilidad de todos los mexicanos, independientemente de sus preferencias electorales, las próximas elecciones deben ser verdaderamente limpias, gane quien gane, si queremos un país en paz.
@AGutierrezCanet
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