En un intento por salvar el acuerdo de paz con el grupo marxista insurgente más antiguo del hemisferio, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y su némesis político, Álvaro Uribe, se reunieron la semana pasada. El acuerdo pende de un hilo después de que los ciudadanos lo rechazaron por un pelo en un referéndum que sumió al país en la incertidumbre.
Después de una reunión de tres horas, Uribe, el divisivo pero popular expresidente, quien comandó la campaña en contra de los acuerdos que se firmaron la semana antepasada, dijo frente al palacio presidencial en Bogotá que “es mejor la paz para todos los colombianos que un acuerdo que la mitad de los colombianos siente débil”.
Dijo que su lado entregó “ajustes y propuestas iniciales que pueden integrarse al texto” del acuerdo, y agregó que Santos “expresó su disposición para hacerlo”. En un discurso separado, el presidente dijo que “estamos muy cerca de alcanzar la paz” y “con responsabilidad y urgencia lo vamos a lograr”.
Uribe parecía más conciliatorio ahora que durante su virulenta campaña contra el acuerdo de paz -durante la cual llamó en repetidas ocasiones “Castro-Chavista” a Santos y “narcoterroristas” a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC-, cuando aprovechó con éxito un odio popular generalizado contra las guerrillas de izquierda que cometieron atrocidades durante cinco décadas.
Pero Uribe reiteró sus quejas sobre el acuerdo: que los comandantes de las FARC puedan participar en la política; que la justicia es demasiado indulgente con los líderes rebeldes a los que se acusa de cometer atrocidades, y que las fuerzas armadas también son culpables de abusos de los derechos humanos, algunos de ellos se cometieron cuando él era presidente, y deben enfrentar un diferente marco jurídico.
Esta fue la primera vez en que Santos y Uribe se estrechan la mano en seis años. Los dos líderes fueron aliados alguna vez. Pero posteriormente se enemistaron por una mezcla de objetivos políticos distintos, incluyendo la restauración en el gobierno de Santos de las relaciones diplomáticas con el gobierno de Venezuela bajo el liderazgo del fallecido Hugo Chávez, alguna vez el archirrival de Uribe.
Los negociadores del gobierno para el acuerdo de paz reabrieron las negociaciones con las FARC, quienes se muestran renuentes a modificar los acuerdos y desconfían de Uribe. Si los rebeldes están de acuerdo en renegociar, la naturaleza eventual de tener paz en el futuro puede ser diferente, pero no necesariamente mejor, dicen los analistas.
Como parte de un “diálogo nacional”, Santos también se reunió con otro de sus críticos, el expresidente conservador Andrés Pastrana, quien no logró firmar un acuerdo con los rebeldes durante su gobierno. John Kerry, secretario de Estado de EU, llamó a Santos para expresarle su apoyo y reconoció “las difíciles decisiones que tiene Colombia por delante”.
En muchos sentidos, el futuro del país y la viabilidad de la administración de Santos, que colocó todo su capital político en el acuerdo de paz con las FARC, depende de que se logre la renegociación.
“Si el presidente Santos quiere salvar este proceso de paz, Uribe sería su mejor socio para lograrlo, porque resuelve problemas. Pero hay mucha desconfianza”, dijo Francisco Santos, ex vicepresidente y aliado político de Uribe, y primo, aunque adversario político, del actual presidente.
“Al menos 50% de lo que se acordó está bien. Este es un buen proyecto para empezar”, agregó. Pero bajo el hashtag #Uribeirresponsable, los críticos arremetieron contra Uribe y lo llamaron un demagogo.
Por el momento, todo se mantiene en el limbo. Santos tal vez parezca un presidente tibio, pero su intento por lograr la paz no fue en vano. Colombia comenzó un proceso catártico de reconciliación, mientras que las FARC acordaron renunciar a sus activos y someterse a las leyes de un Estado que anteriormente nunca reconocieron.
Para presionar a Uribe y a las FARC, Santos anunció que el cese al fuego se mantendrá hasta el 31 de octubre, un día antes de su viaje a Londres en una visita de Estado. Los comandantes de las FARC pidieron a sus fuerzas reagruparse y refugiarse. Mucha gente busca reunirse en Bogotá para exigir a los tres bandos, Santos, Uribe y a las FARC, aprobar un acuerdo de paz.