La Iglesia católica se solidarizó con el gobierno de izquierda de Morelos, que la semana pasada cerró sus puertas a la presencia de bandas y cantantes en cuyas letras hacen apología de la violencia, la muerte y el narcotráfico, y prohibió tácitamente la presentación de El Komander.
Tras la ceremonia litúrgica del Domingo de Ramos, el Obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, aseguró que todo aquello que ayude a disminuir la violencia debe ser apoyado, aunque externó sus dudas de que por el simple hecho de prohibir la presencia en la entidad de estos exponentes musicales, la violencia y el crimen organizado desaparecerán.
"Con todo respeto, la decisión que se ha tomado... si se ha tomado es por alguna razón, yo también me uno esta decisión, (porque) si no va a disminuir, al menos no la va a provocar (la violencia y el crimen...)", externó el prelado.
"No conozco otros casos (como el de El Komander), pero ciertamente, si la música es un arte debe ayudarnos a todas a crecer en los valores, en la belleza, en la armonía y si ese es uno de los objetivos del arte y la música, también debería ayudarnos (a crecer como sociedad)", apuntó.
Durante su homilía, Castro Castro se refirió a los embates que ha recibido por parte de grupos liberales que le han pedido que deje de lado los temas políticos y sociales, y se circunscriba a su ministerio espiritual, pues hace unas semanas el jefe de la Iglesia Católica en Morelos no sólo encabezó una marcha de más de 5 mil personas por el Día de la Familia, que terminó en un reclamo por la inseguridad y la violencia, sino que también ha hecho abiertos apoyos y manifestaciones públicas para evitar la despenalización del aborto y la autorización de las bodas entre personas del mismo sexo.
"En una coyuntura social y política que nos toca vivir en México, hay ciertos sectores políticos y mediáticos que pretenden que el dicho religioso sea relegado al fondo de las sacristías ", apuntó Castro al equiparar las contradicciones del pueblo de Jerusalén, quien en aquél recibimiento a Jesús, le recibían jubilosos y luego, ocho días más tarde, exigían fuera crucificado.
Así la Iglesia, dijo, hoy se le apoya en estas ceremonias y luego, la sociedad de olvida de ella, y apoya algunos posicionamientos, recriminó. Y agregó: "Ahora la iglesia quiere ser reprimida y arrinconada", espetó.