Jóvenes estudiantes y egresados de universidades privadas aprovechan el tereftalato de polietileno, conocido como PET, para fabricar anteojos y venderlos a particulares y empresas. De acuerdo con los emprendedores, 60 por ciento de las utilidades las envían a comunidades para la adquisición de lentes oftálmicos.
Para ello, formaron el Grupo Óptico ICH (Cambiando la visión del mundo) que actualmente participa en un concurso internacional en el que a mediados de julio en Nueva York se medirá con proyectos de 27 países; los primeros cinco lugares se repartirán 1 millón de dólares para continuar con su plan de trabajo.
De resultar ganadores, afirman en entrevista con MILENIO sus integrantes, Adrián Ramírez Gómez y César Cardona Galicia, pretenden donar anteojos a 10 millones de personas en los próximos siete años.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México existen 18 millones de habitantes que requieren de anteojos, pero que no tienen recursos económicos para adquirirlos.
Con su proyecto de conversión del PET en armazones para anteojos, contribuyen con el reciclamiento de la basura e incursionan en la innovación, pero además su producto final tiene un importante impacto social: ayudar a las personas de escasos recursos.
"Que la salud visual no sea más un lujo. Nuestro objetivo es atacar el problema de la contaminación, innovar y dar soluciones a la sociedad: cambiar la visión del mundo", indicaron.
Ambos informaron que van a comunidades pobres del país, donde realizan estudios socioeconómicos y de salud visual, "hacemos detección temprana de cataratas y otras deficiencias y donamos los armazones".
Actualmente, pretenden apoyar con anteojos especiales a algunos de los niños triqui que juegan basquet bol a escala internacional.
La fase artesanal
Para ellos, todo inició como un juego. "Queríamos hacer armazones para anteojos a base de botellas de plástico. Buscábamos botellas y las triturábamos, después las pasábamos a la máquina de inyección en moldes de madera; así trabajábamos el armazón. Pero eso ya fue evolucionando...", recuerda César Cardona.
Cuando vieron la viabilidad del proyecto, descubrieron que podían fabricar muchas cosas, "además de que el PET lo podían comprar pelitizado, industrial y triturado, el cual funden este producto virgen y reciclado para obtener una mezcla en una máquina que alquilamos", dice Adrián.
Su innovación comenzó a caminar por sí sola y hace dos años desarrollaron el proceso industrial para crear un producto del desperdicio, como el PET, para los anteojos.
Uno de sus objetivos de ganar el concurso, donde participan "es comprar una maquina que inyecte toneladas de plástico y dejar de arrendar la que utilizan actualmente, pues es equipo que se creó entre1980 y 1990. Hoy necesitamos de una máquina automática que cuesta más de 100 mil dólares".
Hace un año, este mismo grupo de egresados y estudiantes de la Universidad del Valle de México (UVM), Universidad Tecnológica de México (Unitec) y Tecnológico de Monterrey obtuvieron el primer lugar en una contienda internacional, celebrada en la ciudad estadunidense de Miami, Florida.
A partir de entonces "comenzamos a colocar en el mercado más de 2 mil armazones mensuales". Los entrevistados invitan a la sociedad a apoyarlos en la siguiente dirección electrónica: www.votoich.com.