La calle, una pandilla que lo acosa; el hambre y esa necesidad de ganarse la comida y sobre todo entender a Ana y su familia, que lo han adoptado, son algunas de las situaciones que debe enfrentar y asimilar Elvis, el protagonista de la primera novela de Rodrigo Morlesin. ¿Pero quién es Elvis? Un cachorro callejero que a su vez ocupa el lugar de narrador en Elvis nunca se equivoca (Tusquets, 2016), con ilustraciones de Satoshi Kitamura, un relato para niños que el autor nacido en la Ciudad de México presenta hoy a las 13:00 en la Sala Zertuche de la UANLeer.
¿Cómo nació “Elvis nunca se equivocal”?
Elvis inició como una pura idea. Estaba yo en Coyoacán y se me ocurrió la novela de un perro que cuenta su historia y su relación con los niños. Yo me acostumbré a los libros, con textos breves, muchas ilustraciones; yo solo tenía la historia de la relación compleja entre Ana y Elvis. Y la intención era como la de cualquier lector, de enterarme qué iba a pasar, con más ganas de lector que de escritor. Pues yo estoy en el mundo de los niños desde siempre, como lector y diseñador. A partir de que escribí, el proceso fue complicado por la angustia, o por la risa, pues yo también iba descubriendo lo que Elvis me iba contando.
¿Qué diferencia hay del mundo de los humanos y los niños, desde el punto de vista que es un perro quien narra la historia?
Independientemente del animal con que te topas hay una relación muy natural entre las mascotas y los niños, yo no tenía muy claro esto de la historia, llevo muchos años conviviendo con niños, he hecho todo para niños y entiendo un poco de cómo es el día a día de ellos. En este caso, Ana se siente un poco incomprendida, acaba de llegar su hermanito recién nacido, carece de la atención que requiere, esa parte la tenía muy comprendida. Y llega Elvis con su alegría. Pero la parte del perro me dejé llevar por el instinto. Hace tiempo cuando trabajaba en un periódico e iba saliendo vi pasar un perro callejero. Y me pregunté: ¿A dónde se va a meter? Y se dirigió a un puesto de hamburguesas, y lo vi regresar con un trozo de carne, y eso me inspiró hace años, es uno de los momentos que siempre he querido recordar, porque cómo es que los perros se hacen de la comida para vivir. Y a él se le veía feliz, era muy divertido verlo. Algo que en una novela alcanza desde luego otros matices.
¿Por qué los de la perrera son los enemigos de Elvis?
En la obra, el caso de la perrera, los tipos son los que deben protegerlos, pero en realidad están lucrando con ellos, son sádicos. En esta novela, cuando hay una guerra entre los perros no importa de qué lado estés, todos tienen eso muy claro, el enemigo principal es quien los maltrata. Pero Elvis es un tipazo, aunque en realidad la historia puede ser más dura de lo que él está contando.
¿Y cómo se complementó el trabajo con las ilustraciones de Satoshi Kitamura?
Me fascinaron sus ilustraciones. Yo soy fan de su trabajo. Cuando él empezó a hacer las ilustraciones y que las vi, comencé a ver físicamente a los personajes en mi cabeza. Cada vez que me sentaba a escribir, la mirada de Satoshi le dio presencia a los personajes y de esta manera yo me los apropié.
¿Y cómo es que Barry Cunningham, editor de Harry Potter, se enteró de tu obra?
Le mandé una traducción del libro en inglés, una versión de trabajo.
Yo lo entrevisté hace varios años y platicamos, me firmó mi Harry Potter y empezamos a mantener contacto. Me llegó el correo y escribió que le había gustado y me dedicó una frase muy linda sobre Elvis (“muy graciosa y tierna. Tiene un gran corazón y alma. ¡Una historia cautivadora!”) y jamás me hubiera imaginado que escribiera algo, fue muy sorpresivo de alguien que descubrió a Harry Potter, quien ha hecho grandes libros para niños, y que le haya gustado, estuve a punto de ponerme insoportable (risas).