Buena parte de las historias que han sobrevivido al paso del tiempo en el Barrio Antiguo, están escritas en placas conmemorativas, que dicho sea de paso, hoy lucen descuidadas, están rotas o han sido pintadas bajo el mismo tono de la pared del inmueble.
A continuación, algunas de las leyendas cuyas placas fueron colocadas en la primera restauración del Barrio Antiguo en 1994 y en un segundo periodo, tres años más tarde.
CASA DE LAS ÁGUILAS
Actual oficina del Instituto Estatal de las Mujeres. Fue residencia del gobernador José María Ortega y también cuartel de las fuerzas extranjeras durante la invasión norteamericana de 1846-1848.
LOS ARTISTAS Y LOS ESPÍRITUS CHOCARREROS
Hoy es una casa deshabitada. Aquí mismo una afamada pintora instaló su estudio. Ella, además de su obra artística, apoyaba siempre a los jóvenes talentos. Muchas veces, los inquilinos le contaban que oían, veían y sentían cosas raras, llevándose tremendos sustos. Ésa era, cuenta, la manera en que se describía que quieres eran los verdaderos artistas de vocación y de corazón, ya que sólo los que tuvieron apariciones lograron destacar y fueron famosos.
EL REGRESO DEL SENADOR
Segunda sede del Instituto Estatal de las Mujeres. Cuenta la leyenda que en esta antigua casona residía un senador que hacía constantes viajes, en uno de los cuales le sorprendió la muerte. Platican los vecinos que en las noches de invierno más oscuras el senador llega a su casa, ya que se escuchan los cascos de los caballos, el rodar del carruaje que se detiene frente a la vivienda, y los pasos de alguien que entra en ella.
LA MUÑECA ENTERRADA
Otro restaurante. Cuentan que en uno de estos patios fue encontrada una caja que contenía una muñeca de enigmática sonrisa y ojos tan vivaces que pareciera tener vida. También había una carta escrita en un extraño idioma. La carta se perdió y nunca se supo que decía.
LA CONFESIÓN DE ANA XAVIERA
En estos momentos es una casa habitación. La leyenda narra que un día, a la hora de la confesión, llegó a Catedral una mujer vestida de luto, quien dijo llamarse Ana Xaviera Lozano. Al terminar salió y el sacerdote decidió seguirla. Vio que llegó al panteón, que se detuvo ante una fosa con una gran cruz y desapareció. Al día siguiente el padre volvió y asombrado encontró un sepulcro en cuya cruz leyó: Ana Xaviera Lozano.
LA MUJER EMPAREDADA
Hoy Casa Calicanto. Se dice que en una de estos inmuebles, al hacer obras de restauración, se encontró el esqueleto emparedado de una mujer elegantemente vestida, a quien su marido decidió castigar metiéndola a la alacena y encerrándola con ladrillos para siempre.
Se dice que, de vez en cuando, la mujer es vista salir por el portón principal, sin que éste se abra, y caminar sin rumbo fijo por las calles empedradas.