Uno de los tres ganadores del Nobel de Química 2017, el biofísico suizo Jacques Dubochet recordó que su etapa en la escuela fue complicada debido a la dislexia, que lo hacía "ser malo en todos los cursos".
En 1955, cuando tenía catorce años, Dubochet fue oficialmente el primer niño disléxico del cantón de Vaud, Suiza, donde vivía.
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Junto al alemán-estadunidense Joachim Frank y al británico Richard Henderson, a Dubochet se le reconoce por sus aportes a las distintas etapas de desarrollo de la criomicroscopía electrónica, una técnica que permite observar biomoléculas en alta resolución, lo que hasta ahora era imposible.
[OBJECT]El científico suizo cuenta que en su infancia hubiese sido imposible imaginar que llegaría a ser un científico tan importante, porque su dislexia le generaba dificultades de aprendizaje.
Aseguró, sin embargo, que se trata de un desorden que tiene sistemas de compensación que le permitieron graduarse y doctorarse como biofísico.
Dubochet está jubilado desde hace diez años, pero la Universidad de Lausana, donde era catedrático, le sigue acogiendo en su claustro.
"Un premio científico es algo ambiguo porque pone por delante a un individuo cuando debería premiarse el esfuerzo colectivo", comentó.
Dubochet simplificó su descubrimiento afirmando que consistió en "inventar el agua fría". En realidad su invento corresponde al procedimiento de vitrificación del agua, a través de su congelación ultrarápida, lo que permite a las biomoléculas conservar su forma natural y que se puedan estudiar así sus propiedades originales.
Sin embargo, Dubochet confesó que no fue el primero en verlo, sino uno de sus colegas: "yo vi ese descubrimiento por encima del hombro de él".
Antes que él, treinta suizos habían ganado un Nobel.
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