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Las pulsiones marinas y epidérmicas gravitan en este poema incluido en la plaquette De culpa y expiación, publicada bajo el sello de Parentalia
Se ahogaron los peces con el aire
y así te los comiste.
Juras que la serenidad del pan
y la pimienta blanca
fueron capaces de absorber la culpa.
Yo creo que fue el vino helado
y el intenso deseo que tenías
por dejar el mantel
y devorar mi cuerpo,
más salobre que nunca,
Obsesionado estabas por sentirte
como pez en el agua.