Más Cultura

El hombre y no el artista

Los paisajes invisibles


La cubierta de mi ejemplar de Autorretrato con modelo (Ediciones Polígrafa, 1983) tiene varias roturas, luce ajada, porque en una época recorrí una y otra vez las reproducciones de esos dibujos que el artista hizo en Barcelona los días 27 y 29 de abril de 1981, serie de 105 obras que llamó Probando papeles, pues fueron plasmadas en las hojas de un muestrario.

Algunos autorretratos emulaban la vista de ciertas personalidades: Modigliani, Picasso, Lord Byron, Casanova, Goya, Rembrandt, Ingres, Van Gogh, el Marqués de Sade (este dibujo aparecía en la cubierta), Bellmer y Cézanne, el resto son solo con mujeres y modelos, la mayoría desnudas, en pose ambigua: sus brazos y sus piernas se debaten entre el anhelo del abrazo y el rubor de la clausura virginal.

Adquirí el Autorretrato… en la adolescencia. Entre crónica y hagiografía, la introducción de José Gómez–Sicre no describía a un virtuoso del caballete sino a un genio mitológico. En cambio, la foto del dibujante, tumbado en la cama de latón a un lado de la mesa de trabajo atiborrada de pinceles y el perfil intruso de una lámpara chocaba con el texto, porque él lucía más terrenal que quimérico, era el hombre y no el artista.

La dedicatoria que José Luis Cuevas anotó muchos años después en mi lastimado ejemplar data del 20 de mayo de 1994. La afectuosidad y los buenos deseos para mis expectativas pintan al verdadero ser que había debajo del personaje que lo mismo era bienquisto y admirado que desdeñado o francamente odiado. A Cuevas lo maldecían principalmente dos tipos de genealogía distinta, incluso opuesta: sus adversarios artísticos e intelectuales, y los individuos ordinarios, sujetos que no tenían relación alguna con el arte o la creación, pero cuyos egos con pretensiones de machos alfa se sentían heridos por las anécdotas donjuanescas que solía narrar en sus “Cuevarios”, la legendaria columna memoriosa que tuvo años de esplendor en El Búho de Excélsior.

[OBJECT]En aquella época en que Cuevas me firmó su Autorretrato con modelo, lo visitaba con cierta regularidad en su casa/estudio de San Ángel. Ahí hablábamos de cine, principalmente, me contaba anécdotas desternillantes de escritores, artistas, músicos, actores, figuras de la farándula y hasta de socialités, y se explayaba sobre literatura (era un lector insobornable).

En esa misma época me hizo un gran obsequio: ilustró la portada de mi primera novela, Tu imagen en el viento, original que no quiso de vuelta porque “el dibujo lo inspiró la lectura de tu libro”, detalle que no tuvo solo conmigo, por supuesto, ya que el maestro Cuevas ilustró las portadas de decenas de poemarios, volúmenes de cuento y novelas y más novelas: después de sus colegas artistas, creo que la mayoría de sus amigos fueron escritores de diversas generaciones y linajes.

Al gran José Luis Cuevas le debo infinidad de claves para intentar desentrañar el espíritu de la pintura y el sentido del cine. Le debo la experiencia de una amistad cálida, sencilla, generosa, le guardo un recuerdo especial por su asombrosa gentileza: en aquella época del Autorretrato…, Jairo Calixto y yo hacíamos el programa “Pepe el toro es inocente” en la estación Rock101 y lo invitamos a charlar sobre su vida y obra. La única condición de Cuevas fue que lo lleváramos de San Ángel al Núcleo Radio Mil y viceversa. Al volver, José Luis me dijo: “Oye, Iván, creo que eres el único escritor que maneja su propio coche”. “¿En serio?”. Prendió su Marlboro light partido a la mitad y contestó: “Por supuesto. Carlos Fuentes y Octavio Paz tienen chofer”. ¡Gulp!...

@IvanRiosGascon

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.