Cultura

El lugar de la minificción

Enjambre de historias (Naveluz, México, 2015) es un libro que lleva al vértigo con el uso de la "ficción súbita".

Es difícil encontrarle sitio a la minificción en cualquier librero, aun cuando tiene ya un poco más de cien años, desde que Julio Torri escribiera "A Circe". No solo es narración o poesía, como preferirían algunos para simplificar el acomodo. Es un ejercicio complejo y certero, al que teme llamársele género. En este sentido, Enjambre de historias (Naveluz, México, 2015) es un libro que lleva al vértigo con el uso de la "ficción súbita". El cuento y la novela se presentan en series para que el lector arme la pedacería, pero a la vez cada entrada sabe persistir por sí sola. En sus páginas se pone vigente la manera maniaca de hacer varia invención.

Javier Perucho es un investigador tenaz de la ficción mínima. Sabe que la filigrana se hace con brevedad y que la atmósfera debe inquietar para que el lector no se sienta cómodo. Sin rastros de palabrería descuidada, este enjambre se lee con morbo y toca temas que resultan incómodos para la escena nacional: la desaparición como ejercicio de la política y el secuestro como práctica profesional. Se muestra la vida cotidiana, cruda y desarticulada por el individualismo. También hay mucho de humedad, de deseo, de inmoralidad, que se agradece. Las partes del libro están hechas de caos, de humor negro y de violencia. La muchedumbre que se insinúa desde el título se sostiene. De un momento a otro podemos estar presenciando un secuestro; después, sonriendo aforísticamente con pregones y experimentando la sensación de ser insectos que cuando se desorganizan se retuerce la dignidad: la conducta se fragmenta y la injusticia sobresale.

Es normal que en este tipo de libros de corte tan diverso sobresalga una sección, pero resulta interesante cuando ésta se vuelve entrañable. No significa que deba omitirse el resto de las páginas. En "Los derrumbes de una noche" se crea el ambiente detallado de un rapto que provoca que uno esté pendiente de la detonación de la violencia. La sección que da título al libro y los "Pregones" sacan risas incómodas, muy a la manera del absurdo.

Pero la vida común de Lolita parvularia y Don HH se convierte en la reina abeja de este enjambre. La nínfula de Vladimir Nabokov es tratada con sutileza. El autor de Enjambre de historias encumbra los elementos centrales de Lolita en un entorno cotidiano. En las primeras entradas el lector no puede evitar quedar embelesado. Mientras las escenas pasan, se puede ver que la vejación no se da por el maltrato, por reclusión o por ultraje, sino por no ocuparse del deseo. Dolores, cubierta de tedio, no encuentra la plenitud, mientras que Humbert Humbert solo se goza del líquido menstrual que lo vivifica. Heroína y pancista como pareja perfecta.

Enjambre de historias es un libro que no puede ser ordenado y no debe estar brazo a brazo con otros libros. La minificción debe estar en otro lugar, en la cocina, debajo de la cama o andar viajando en transporte público.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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