Cultura

La ciencia según Monteverde

No abunda la literatura sobre el cuerpo y la enfermedad en México, una tradición fuerte en otras lenguas. Habla con FILIAS una notable excepción.

Eduardo Monteverde sabe de muchas cosas: ha sido periodista de nota roja, marinero de cubierta en barcos internacionales, cineasta y maestro, pero sobre todo y siempre, patólogo. Por eso consiguió escribir Historias épicas de la medicina (Planeta, 2015), los relatos y anécdotas de los científicos que han marcado y cambiado la ciencia médica.

Lo que podría sonar aburrido es un recorrido por la historia médica contado con referencias de cine y libros sacados de la mente de un médico que hace literatura.

El libro surgió a partir de un programa académico que Monteverde creó para explicar a sus estudiantes de la UNAM la historia de la medicina a través de relatos de grandes médicos –inventores, descubridores– de conceptos que definen a esa ciencia; los alumnos veían películas, leían más que libros de texto. Ahora, cualquiera puede ser alumno de Monteverde fuera de las aulas, basta con comprar su libro.

En Historias épicas de la medicina hay relatos como el del pirata Thomas Dover, un médico canalla que mandó a su tripulación a violar a las Spanish ladies ecuatorianas de Guayaquil pero que inventó los polvos Dover (compuestos de opio, tepaguana y alcohol) con que Monteverde enseña bioquímica a sus alumnos, o de Hans Krebs, el descubridor del ciclo de la respiración que fue echado por sus colegas nazis, vestidos con uniformes de la SS diseñados por Hugo Boss, por ser judío.

"(Con este libro) el público lector aprende bioquímica, de enfermedades, de alteraciones moleculares y aprende conceptos de medicina, conceptualiza la medicina, cosa que muchos médicos no entienden y que los humanistas médicos no enseñan" a través de historias que conoce a pesar de ser médico porque lee tanto o más de lo que escribe.

A Monteverde le gusta incomodar a lo menor provocación y por eso los académicos ni siquiera lo saludan. Fuma, aunque sabe que le daña la salud, y odia, porque lo dijo muchas veces, que los médicos se sientan dioses, "humanistas, sabios, genios". Por eso en su libro escribe de médicos canallas que hicieron hallazgos científicos épicos pero eran malas personas.

"En este libro hay cine, literatura, canciones de marineros y una cosa: médicos canallas. Los médicos nunca somos héroes, ser un humanista de la medicina no significa ser gente decente", dice.

Este texto fue su intento de tesis de posgrado, pero los académicos se lo rechazaron. Aunque el libro es de divulgación científica, Monteverde lo hizo atractivo porque conoce de literatura, la produce y la consume, y encontró una forma de contar de ciencia "sin rebajar el lenguaje, no lo hago accesible porque hacerlo así es tarea de otras publicaciones, yo lo escribo tal cual (es), hablo de enzimas y de ácido cítrico".

Dice que escribir no es un vicio, que sí lo es fumar como lo hace, pero la literatura es el oficio que lo salvó de morir de aburrimiento siendo médico y viceversa, porque asegura que aunque muchos no lo ven las letras y el arte están ligados a la ciencia y la medicina.

"Toda la gente tiene contacto con un médico que dice 'abra la boca y saque la lengua', ese es el concepto que el paciente va a tener del médico. Es lo que yo hago, llego a verdaderos conceptos de medicina a través de las historias de esos médicos y los voy juntado con lecturas. No son dos mundos la medicina y la literatura, están los dos ahí pero hay que verlos; la medicina está hecha de historias", dice.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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