Entre la extendida lista de cosas que podemos presumir los mexicanos hay una particularmente notable: la exquisitez de nuestra sabiduría popular. Ese conocimiento atávico heredado por generaciones nos ha entregado frases memorables, destellos de genialidad condensada en un puñado de versos al mismo tiempo brillantes y devastadores que no son otra cosa que lo más fino de nuestra poesía popular.
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En el libro Breve antología de poesía mexicana (Editorial Océano), el poeta y crítico literario, Juan Domingo Argüelles, reúne lo mismo sonetos y romances, que albures y letreros de letrinas. Poemas que representan lo más jocoso de la lírica nacional. Aquí algunos ejemplos*.

Copla anónima y popular del siglo XX.

Copla burlesca y anónima del siglo XX. Admite variantes, sólo basta con cambiar el lugar (D.F.) y el elemento característico (colonias).

Grafiti de letrina anónimo y popular.

Grafiti de letrina. La procacidad y la grosería de este grafitero no impiden su buen oficio versificador. Pero es obvio que no le jaló a la palanca del excusado.

Esta copla del poeta mexicano pertenece en realidad a una estrofa de una obra de teatro.

A la llegada de la inmigración republicana española, la serie de privilegios y atenciones que recibieron los escritores peninsulares derivó en dimes y diretes entre mexicanos y españoles. La que ocurrió entre el mexicano Xavier Villaurrutia y el español José Bergamín fue una de las más populares.

Tablada detestaba a Diego Rivera. Este epigrama mordaz, que incluyó en su libro Del humorismo a la carcajada, se refiere a la etapa cubista del pintor.

Gracejada anónima que complementa un letrero del siglo XX.
*Todos los comentarios son notas del compilador
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