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La danza, la más integral de las artes: Isabel Beteta

La bailarina y coreógrafa dice a MILENIO: “Me gusta cierto tipo de retos; algunos llevan riesgos y otros son totalmente irresponsables, pero así soy”.

Casi cuatro décadas de una búsqueda independiente que ha abierto caminos y posibilidades a las nuevas generaciones, es parte de la trayectoria de la bailarina y coreógrafa Isabel Beteta, quien el 20 de septiembre recibirá la Medalla Bellas Artes, la más alta distinción que otorga el INBA.

Su búsqueda inicia en su infancia, cuando inició sus estudios de piano, flauta y canto; posteriormente estudió en el Conservatorio Nacional con Julia Araiza, María Bonilla, Gerardo Rábago y Julio González. Después, en 1977 se graduó en la Universidad de Rice, Houston, en la licenciatura de Historia del Arte, Literatura Francesa y Artes Plásticas.

A pesar de esta amplia currícula, Beteta está convencida que la danza es la que elige y atrapa. “Cuando tenía 7 u 8 años de edad me llevaron a ver El lago de los cisnes y me impresionó mucho; recuerdo que más chica teníamos una vecina que había sido bailarina de ballet y tenía libros que yo hojeaba. Siempre me impresionaron mucho las fotos. Estoy segura de que esas cosas se quedan guardaditas en la mente”, dice a MILENIO.

Estudiaba la carrera de Restauración de bienes muebles cuando llegó con Margarita Contreras, de quien recuerda la libertad, la confianza y el apoyo que recibió: “Yo lo intentaba como si algún día pudiera dedicarme a esto y ella me impulsaba a hacerlo así”, según cuenta la coreógrafa.

Después se integró con Gloria Contreras y más tarde con Cristina Gallegos, siempre en la búsqueda de nuevas formas de expresión. En 1982 estudió en Nueva York las técnicas Horton, con la Joyce Trisley Dance Company; pilates, con Carola Trier, y clásico, con Zinna Rommet. Otras técnicas dancísticas que aprendió fueron la moderna, cubana, falco, contact improvisation y butoh, con Natzu Nakahima.

Cuando se le pregunta qué significa esta medalla para su carrera, su primera reacción es sonreír. Dice que principalmente es una sorpresa, y después explica que solamente ha atendido a su deseo de conocer, de indagar, de expresarse, de moverse, de hacer, de bailar.

“La danza te atrapa y a estas alturas, en este momento, tengo claro que la danza es la más integral de las artes. Otros lo dirán por su lado y por sus propias razones y también tienen razón, pero en particular me interesa porque se trata del cuerpo, y en varios momentos y por diferentes razones de la vida, éste ha sido muy importante”, comenta.

Sentido profundo

Cuarenta años de trayectoria, 23 de los cuales los ha vivido dirigiendo la compañía que formó, la Nemian Danza Esacénica, para la cual ha creado alrededor de dos coreografías por año, para dar un total de casi 50. Actualmente dirige el Centro Cultural Los Talleres porque, comenta, “la danza es compartir, y yo dije: ‘Si a mí me gusta, quizá a alguien más también’”.

Ubicada en una generación posmoderna, Beteta busca siempre alternativas: no gusta de moverse por moverse, y busca que su danza siempre tenga un sentido profundo. Ahora lleva tiempo trabajando y descubriendo la memoria que en ella han dejado sus ancestros, la que cabalga de generación en generación y que ella, al no tener hijos, deposita en la danza y la comparte con sus espectadores.

A sus más de 60 años y tras dos operaciones de cadera, se atreve a realizar danza aérea, porque si algo la identifica es el rigor, la disciplina y la fortaleza. “Me gustan cierto tipo de retos; algunos llevan riesgos y otros son totalmente irresponsables, pero así soy”, dice.

Tiene muy claras las razones que motivan su movimiento: en principio “no estar repitiendo lo que te sale espontáneamente o lo que has aprendido por técnicas; de que va a salir, va a salir, porque un cuerpo entrenado va a demostrar que lo está siempre. Me he especializado en usar objetos externos a la danza, que te obligan a moverte de cierta manera, como son el papel, los abanicos, faldas extremadamente largas, sillas y zancos. El objeto te obliga a moverte de cierta manera.

“Además siempre me he centrado en un tema, y yo puedo hacer obras que se ven muy abstractas, pero realmente se ven temáticas. Lo que en definitiva no hago es movimiento por movimiento o por búsqueda de ritmo; no, nunca he trabajado así, la verdad”, explica la galardonada.

Beteta recibirá el reconocimiento a su trayectoria el martes 20 de septiembre a las 19:00 en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque, donde además presentará las piezas Tiempo largo y La caída, una reinterpretación que realizó del ballet El lago de los cisnes.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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