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Catalina Aguilar Mastretta publica su primera novela

Directora de películas como Las horas contigo y Everybody Loves Somebody cuenta que en su novela "hay mucho de lo que creo y de la manera en la que me acerco a las cosas"

Catalina Aguilar Mastretta decidió comenzar su vida creativa en el mundo del cine, en especial en la escritura de guiones y en la dirección, porque fue a lo que estuvo más expuesta durante su infancia, “mis referencias de cuentacuentos siempre fueron visuales, para mí es la manera natural de contar historias y eso es lo que hace toda mi familia”.

Y mientras buscaba ciertos descansos a su trabajo cinematográfico, empezó a escribir una novela: Todos los días son nuestros (Editorial Océano, 2016), una ópera prima en la que comparte una historia de amor contemporánea, aunque convencida de que las emociones que acompañan a una relación amorosa pueden ser los mismos hoy que hace 50 años.

“Cuando me preguntan si el amor es antiguo o moderno, digo que el amor es antiguo, lo único que cambian son los códigos o las formas en que nos comunicamos: cuando mandamos un mensaje y vemos que lo leyeron, pero no nos contestaron, se convierte en una histeria de nuestro tiempo. Sin embargo, lo mismo pasaba cuando no contestaban una carta a mano o el teléfono, al final es un sentimiento idéntico a través de los tiempos”.

La primera película de Catalina Aguilar Mastretta, como escritora y directora, llevó por título Las horas contigo; la segunda, Everybody Loves Somebody, se terminó de rodar apenas en mayo pasado. En medio de todo ese trabajo escribió la novela, sobre todo “cada vez que escuchaba cosas en el mundo o me encontraba con una metáfora interesante que no cabía en el guión, sino en algo más de prosa”.

Así escribió un relato en el que cuenta la separación de una pareja vinculada con el mundo del cine y todos los cuestionamientos que surgen a partir de esa decisión, en el cual se introducen algunos elementos cinematográficos, cuenta la escritora.

“Es un cliché decir que es una historia con la que todos se pueden identificar, pero es verdad, porque todo mundo ha pasado por estos sentimientos. La diferencia al explorarlos en ficción es volverlos muy específicos, porque convierte a los personajes en algo único y, al mismo tiempo, de todo el mundo: no tiene nada de autobiográfico en los hechos, pero sí de mí en la visión del mundo, hay mucho de lo que creo y de la manera en que me acerco a las cosas”.

Más que pensar en el amor o en el desamor, la intención de la escritora fue reflexionar alrededor de las relaciones humanas, de ese misterio por el cual nos vinculamos con los demás, “aun cuando no tengamos los mismos intereses o, lo que sería el otro lado de la moneda, porque si encontramos a un extraño en el mundo se puede volver parte tu familia: por qué pasa eso”.

“Escribir para cine es mucho menos liberador que escribir literatura o prosa: para empezar es una promesa, no un producto terminado, escribes un guión y se vuelve un documento práctico, una mezcla rara que te tiene que hacer sentir algo para que alguien quiera hacer esa película, mientras la prosa o la literatura me sirven incluso para criticarme a mí misma”, lo que hace a través del personaje femenino de la historia de amor.

Cuando se le pregunta a Catalina Aguilar Mastretta qué tanto le pesan los apellidos, no sólo rechaza la posibilidad de que le afecte, “sino sería como escupirle al destino el decir que pesa”; incluso, no les mostró el libro hasta que estuvo terminado, porque “son unos papás muy apapachadores”, lo que no deja de ser una manera de construir su propio camino.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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