Santiago Hernández formó parte de la defensa del Castillo de Chapultepec, aunque su nombre no esté en la lista de quienes están en la historia por ese hecho. Lo que sí es que su lápiz sirvió para retratar a quienes estuvieron presentes, así como a buena parte de la política y la sociedad del siglo XIX mexicano, aun cuando tampoco se conozca mucho de su trabajo.
Es un vacío que se espera cubrir con la exposición Santiago Hernández. Niño héroe, artista romántico, caricaturista fundamental, albergada por el Museo del Estanquillo/Colecciones Carlos Monsiváis, integrada por alrededor de 200 piezas que, por vez primera, ofrecen una mirada retrospectiva de su vida y su obra.
"Santiago Hernández estaba hecho del material con que se hacen los héroes", cuenta Rafael Barajas El Fisgón, curador de la muestra, "lo cual es curioso porque Carlos Monsiváis lo entendía perfectamente bien, al grado de ser un verdadero devoto de su vida y de su trabajo".
Artista poco conocido, es la primera vez que se organiza una retrospectiva sobre él. Su importancia radica en varios hechos, explica Barajas: "Fue una de las figuras liberales más relevantes del siglo XIX; de joven estuvo en la rebelión de los polkos, después se radicalizó hacia los grupos liberales puros; incluso participó, siendo muy niño, en la defensa del Castillo de Chapultepec, de modo que fue uno de los tantos niños héroes, con una habilidad innata para el dibujo.
"Porque tenía habilidades, el director del Colegio Militar le pidió que pintara a los Niños Héroes y lo hizo de memoria. El retrato que tenemos de ellos es producto de la memoria de Santiago Hernández; del mismo modo dibujó a diversos personajes patrios, y muchos de los iconos que tenemos de ellos se las debemos a él.
"Él fue uno de los caricaturistas fundamentales del siglo XIX mexicano", según Barajas.
El juego
La muestra, que será inaugurada hoy a las 19:30, estará montada solo en el tercer piso del Museo del Estanquillo/Colecciones Carlos Monsiváis, aun cuando se integra de alrededor de 200 imágenes, algunas prestadas para la muestra, que ofrecen un panorama amplio acerca de su trabajo y, con ello, de una vida que lo llevó a ser considerado un activista político incansable.
"Tenía un estilo muy peculiar: era un romántico insoluto, como diría Chava Flores. Hacía dibujos muy delicados, con un trazo académico de alta calidad, tenía escuela, pero además contaba con una imaginación extraordinaria.
"Le gustaba jugar con las imágenes, escondía en lugares insólitos los retratos de Benito Juárez y de Sebastián Lerdo de Tejada. Recogía todas las tradiciones populares, por lo que se van a ver imágenes que tienen que ver con retratos populares, con las imágenes de calaveras: él es uno de los que estrenan la gráfica de calaveras en el México del siglo XIX", destacó El Fisgón durante el anuncio de la muestra, en la que estuvo acompañado por Beatriz Sánchez Monsiváis y por Henoc de Santiago, director del recinto.
En sus imágenes se refleja la crítica a los hechos de su época, sobre todo a los personajes, entre ellos al propio Juárez, quizá uno de sus "preferidos" al momento de caricaturizar la política nacional.
En la muestra hay caricaturas de revistas como El palo de ciego, La orquesta y El hijo del Ahuizote, litografías de gran formato, y una selección de dibujos que hizo para libros y novelas, como El libro rojo, de Vicente Riva Palacio.
"A mí lo que me sorprende es que a nadie se le haya ocurrido hacerle una exposición antes", según el curador de la muestra.
