Actor, compositor, pianista y maestro del sintetizador, el estadunidense Ken Bichel lleva diez años viviendo en San Miguel de Allende, donde se ha dedicado a organizar conciertos de música clásica. Durante un festival de jazz coincidió con la cantante Iraida Noriega y de inmediato se estableció entre ellos una empatía musical.
El año pasado el pianista la invitó a trabajar juntos, e Iraida le propuso hacer un concierto de improvisación libre. “Bichel alucinó con lo que logramos en el escenario, pues cuando conectas con alguien en este tipo de trabajo se logran cosas impresionantes. Le gustó tanto que me propuso grabar un disco de improvisación, que es As One, que presentaremos en San Miguel de Allende”.
Bichel y Noriega también ofrecerán material del disco en concierto en el Festival ArsFutura, que se realizará los días 11 y 12 de noviembre en el teatro Ángela Peralta, el hotel W México y la Cineteca Nacional. Además del dueto, participarán Scott Kinsey, Gary Novak, Marco Rentería, Camile Mandoki, Proyecto Perro y otros músicos.
El dueto a piano y voz incluye también algunas atmósferas electrónicas por parte de la cantante. Iraida explica en entrevista que ciertas partes del disco “son muy abstractas, en tanto que otras improvisaciones terminan en un formato muy de canción, pero no porque se haya trazado un plan previo. Ni siquiera nos pusimos de acuerdo, por ejemplo, en círculos armónicos. La pieza con la que abre el disco y otras pareciera que nos hubiéramos puesto de acuerdo para que salieran así, pero fue pura improvisación”.
Cada músico llegó con su bagaje musical, que incluye otros géneros fuera del jazz, por lo que en ocasiones ambos desembocaron en atmósferas que remiten a la música del mundo. “De pronto tiene el espíritu del disco de Keith Jarrett, The Köln Concert, una grabación en vivo de pura improvisación que de pronto se vuelve muy místico”.
Trabajar en el formato de dueto con el pianista fue una gran experiencia para Iraida. “Bichel tiene tal lenguaje desarrollado, que para donde vaya la música él sabe cómo conducirla. Para mí resultó muy fácil, porque su forma de improvisar es muy lúcida y clara. Aparte siempre tiene una intención de que las improvisaciones resulten en composiciones: a veces salen más concretas, pero también se vuelven paisajes sonoros. Siempre existe la intención de hacer composición espontánea”.
¿Qué ventajas tiene la improvisación libre?
Salen cosas que te hacen pensar “yo no sabía que podía hacer eso”. A lo largo del disco hay una serie de exploraciones de colores con la voz, que uno no hace en el contexto de una canción. En la improvisación libre te puedes despojar de eso y entregarte a lo que la música pide. Ahí es donde empieza a ser sorprendente por los colores, los lenguajes que surgen, que son los lenguajes inventados que tienen una coherencia pero uno no sabe de dónde salen.
¿El trabajo con Bichel te permitió abrirte mucho?
Claro, porque tiene un lenguaje muy distinto, por ejemplo, del proyecto que hago con Alex Otaola. Por ejemplo, hay una pieza que se llama “Lamento” que parece que es una pieza de Satie, un lenguaje en el que yo no me he criado pero que surgió en el disco.