Para que los mexicanos conozcan realmente su historia, el Jefe del Ejecutivo en turno debería evocar en la ceremonia del Grito de Independencia, la arenga que hace 205 años proclamó el cura Miguel Hidalgo, la madrugada del 16 de septiembre de 1810, sugiere la doctora Patricia Galeana, directora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm).
Cada 15 de septiembre los mexicanos acuden al zócalo capitalino para ver al presidente de México ondear la bandera nacional y desde el balcón central de Palacio Nacional escucharlo recordar con varios ¡vivas! a los “héroes que nos dieron patria”. Pero no saben que esas no fueron las palabras que pronunció el cura Miguel Hidalgo, y ni se imaginan cómo fue ese momento, después de que fue descubierta la conspiración, por lo que tuvo que adelantar el día del levantamiento armado.
Decidió hacerlo la madrugada del 16 de septiembre, así hizo sonar la campana de la iglesia para convocar a los fieles en el atrio de la iglesia de Dolores, y ya ahí reunidos les dijo: “¡Hijos míos! ¡Únanse conmigo! ¡Ayúdenme a defender la patria! Los gachupines quieren entregarla a los impíos franceses. ¡Se acabó la opresión! ¡Se acabaron los tributos! Al que me siga caballo le daré un peso y a los de a pie, un tostón”. Esa cita textual la refiere el historiador Carlos Herrejón y la atribuye a Juan Aldama, en su libro Hidalgo, maestro, párroco e Insurgente.
La doctora Patricia Galeana aclara que la conspiración fue denunciada por un cura, quien se valió de una confesión. Hidalgo “quería acabar con 300 años de sometimiento a la corona española”.
La historia
Fue el presidente Antonio López de Santa Anna, el primero en celebrar el Grito de la Independencia en Palacio Nacional el día 15 de septiembre de 1845, pues no quería madrugar el 16 de septiembre. Aunque, según la historiadora Patricia Galeana, los primeros en conmemorar esa fecha fueron José María Morelos y Pavón e Ignacio López Rayón.
Pero quien da el primer Grito de la Independencia en Dolores, en la cuna de la insurgencia, es Maximiliano de Habsburgo, pero no lo hace en el atrio de la famosa iglesia, sino en la casa de Miguel Hidalgo, en el año de 1865.
Pero fue Porfirio Díaz quien a partir de 1896, contribuirá para que el Grito de Independencia, se vuelva una costumbre y se celebre la noche de cada 15 de septiembre, día en que, por cierto él festejaba su cumpleaños. A partir de entonces este acto cívico se ha vuelto una tradición.
Para darle más realce a la celebración mandó traer la campana de la iglesia de Dolores, con la que el cura Hidalgo llamó a los feligreses para iniciar la lucha de independencia. En este marco se dio paso a la realización del desfile militar de cada 16 de septiembre, mismo que toma fuerza a partir de la década de los años 30 del siglo XX.
Rafael Hernández, responsable del archivo fotográfico del Inehrm, explica que a través de las más de 3 mil fotografías que se resguardan en el instituto, se puede apreciar cómo ha ido evolucionado el ejército mexicano, sus uniformes, sus armas y su forma de desfilar.