El 6 de agosto de 1896 fueron proyectadas por primera vez en México imágenes en movimiento, gracias a la labor de los hermanos Lumiére. El sábado pasado la Filmoteca de la UNAM realizó un viaje por el tiempo con motivo de la celebración de los 120 años de la llegada del cine a México.
En aquel entonces, los Lumiére, a través de dos enviados, realizaron una exhibición privada en la residencia del Alcázar de Chapultepec para el presidente Porfirio Díaz. Las crónicas cuentan que asistieron la familia Romero Rubio y un grupo de personas, quienes fueron cautivadas por la reproducción en movimiento. Pero no quedaron satisfechos con una función, fue necesario organizar otra.
Así fue como unos días después, el 14 de agosto, se ofreció la primera función de paga, según explicó Aurelio de los Reyes durante la sesión de la Filmoteca. El especialista comentó también que el ser humano comenzó a ver el cine a través del retrato de la familia, de sus fiestas, costumbres y tradiciones, y es lo que da origen al cine de carácter familiar.
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Por su parte, María Guadalupe Ferrer Andrade, directora de la Filmoteca, explicó a MILENIO que la importancia de esta presentación es preservar la memoria, ya que los archivos cinematográficos son memoria: dan la posibilidad de volvernos a ver, de saber cómo fuimos, de observar cómo hemos progresado o en qué nos seguimos pareciendo, en reencontrarnos con los de antes. “Lo que hoy es la modernidad en unos años será el pasado”, dijo.
Durante la sesión, titulada La primera función, fueron proyectadas breves películas como El regador regado, Jugadores de cartas, La llegada del tren y Comida del niño, entre otras. También se pudieron ver las primeras vistas filmadas en México por Gabriel Veyre, como Pelea de gallos, El Presidente de la República despidiéndose de sus ministros para tomar un carruaje, Desayuno de indios, Jarabe tapatío y Baño de caballos. En total fueron casi treinta películas de cine mudo con una duración de un minuto cada una.
La sesión fue musicalizada en vivo por José María Serralde, quien también musicalizó la proyección de El tren fantasma en el 2015. El intérprete comentó a MILENIO que “jamás sabremos qué tocaron los músicos de aquel entonces, y eso es terrible”. También explicó que los cortos Lumiére son muy variados y que cuando es cine mudo “uno se enfrenta a muchas cosas muy distintas, focalizadas de manera diferente, y de esto depende la curaduría”.
Por lo anterior para el proceso de musicalización tuvo que hacer una pequeña biblioteca de referencias, que, primero, están situadas en la música del siglo XIX y la de concierto. Lo segundo es respetar tal cual el cine, ya que hay que tomar fragmentos muy pequeños o alusivos a dicho sonido, lo que permite un desarrollo en función de la pantalla. Finalmente dijo que los cortos son tan breves que se tiene también la necesidad de improvisar para moldear la acción.
ASS